17 AñOS DESPUÉS DE LA MUERTE
DE JAIME GIL DE BIEDMA
Ya lo sé,
no sirve de nada cambiar de casa,
me sigue persiguiendo tu fantasma.
Lo oigo
como quien oye la lluvia
mojándolo todo, disolviendo
castillos, surcando en la tierra
la sentencia del tiempo.
En las noches más hondas
tu voz se vuelve tan grande
que la oigo en campanarios,
desgranándose en relojes,
sobrevolando los jardines.
Tu presencia
insinuada igual que el polvo
en las habitaciones.
Así devoras mi corazón infiel,
hypocrite poéte- mon semblable, mon frére,
surcando las sábanas como una serpiente
te vuelves
el garfio que me ata al insomnio,
y detrás de ti
canciones francesas, niebla dispersa,
las torres abolidas de Aquitania.
Pero sobretodo la conciencia de saber
que descubriré,
demasiado tarde, siempre
demasiado tarde,
que la vida va en serio,
que haber estado solo es necesario.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario