domingo, 4 de abril de 2010

EL CAMINO HELADO
(regreso a Boogise Street)


La nieve sepultó todo camino,
yo siguiendo al sol, rumbo al oeste
el blanco no es futuro ni presente,
el ayer, otra muerte sin destino.

Como el cuerpo de un hombre primitivo
de vuelta de un país inexistente
helado, con las manos en el vientre
un triste cadáver, monje abatido

Sólo esto soy, un cuerpo en la estaca
piel y hueso, desnudo por entero
un crudo sacrificio, luna ajada.

Magnitud infinita de la nada
al cuello el filo helado del enero
entrando por mi piel y nunca acaba.


POR QUÉ SOY UN GRAN POETA

Ya de joven empecé
a escribir mis soledades,
"no hay dinero para ti"
me decían familiares,
"es mi gesta" respondí,
"mi misión en esta vida",
no está hecha para mí
la mesa del funcionario,
el café de la mañana,
ir muriéndome a diario.

Publiqué mi primer libro,
era un tomo de sonetos,
no muy buenos en verdad,
apestaban los cuartetos,
me arrepiento con la edad
de escribir ese panfleto,
y de tanto sentimiento
que en verdad no interesaba
a las leyes del mercado,
para qué tanto tormento,
¿ser auténtico y sufrir
y jamás ser cotizado?

A la mierda pues el cenit,
a la mierda fue el nadir,
ni el amor me justifica
el ser pobre y escribir.
"Seré poeta oficial"
me propuse una mañana
"¡qué dicte la editorial
los colores de mi clama!"
con mi nombre en un cartel
di trescientos recitales,
y mis sueños, pues en fin,
que se queden en pañales.

Me vinieron a alabar
los señores de la guerra,

-Rime usted con ese garbo
algo que acabe la huelga

-No es problema para mí
si me dais luego una cena
con chofer y limusina,
pues en fin soy una hiena
con un paladar muy fino,
tomo ostras y caviar
y bien madurado el vino.

Y ahora rey de Xanadú
contemplo desde el balcón
un imperio literario,
sólo sentir es tabú
y aquí escribo mi canción
la gran oda al empresario,
y me cuenta mi emoción
la muy puta de la musa
porque para eso le pago
a esa tonta ilusa
rayas de coca y un trago.

Y soy pues un gran poeta,
una efigie de leyenda
con bufanda y con coleta,
¡qué figura vespertina!
mis versos surcan el aire
y aquí va la moralina:
¡chúpate esa Baudelaire!

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