viernes, 4 de septiembre de 2009

EL FILÓSOFO



Entonces llegó un sabio,

su barba reluciente,

su boca llena de lenguas.



"He visto la luz", les dijo,

"la luz inmensa que perdona".



Y así, le hicieron caminos,

estatuas, luego templos,

y así su nombre fue cambiando,
se volvió un himno de paz
se volvió un grito de guerra



Hubo entonces miles, millones,
vislumbrando la luz por los ojos del sabio.



Todos murieron, algunos en paz,

y nunca supieron que el sabio era ciego.


SILENO

"El rey Midas le pregunta ¿qué cosa debe elegir el hombre, cuál es su bien supremo? El demonio calla - no quiere contestar-, hasta que por la presión contesta y lo hace entre risas, dice: Raza efímera y maldita, hija del azar y del dolor, ¿por qué me obligas a revelarte lo que sería conveniente no conocieras?

Lo que debes preferir ante todo - el bien supremo - es desear lo imposible: no haber nacido,... no ser.. ser nada. Y tu segundo bien, es desear morir pronto..."

- Nietzsche, El nacimiento de la tragedia


Sileno tomó un vuelo de primera clase
a la cima del monte más alto
y se instaló allí, con su flauta
y un cántaro de vino.

Desde la cumbre
podía verlo todo,
un tumulto de hombres
lanzándose a la muerte
por treinta monedas.

Se acordó de Midas y empezó a reír,
y sigue allí, sin cuerpo ni forma.
Sólo una risa implacable.

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