no moverme jamás de San Marcos, porque está en mi corasón y porque lo llevo donde quiera que voy. Es mi patria sosialista, es el lugar a donde van los comunistas buenos cuando mueren. Si ustedes quieren visitarla un día, yo les puedo proporcionar los doscientos cuarenta y dos papeles que tendrán que rellenar para conseguir el visado. Vengan a ver, una tierra igual, una tierra sin ricos ni pobres, una tierra alfabetizada y optimista, una tierra sin represión, sin judíos y sin homosexuales. Pueden venir a mi casa, está hecha del estiércol de la tierra, pero es mi pequeño refugio. Además, está muy cerca de los lavabos.
Poema del carrusel
Nació mi tierra en su total envergadura
por el llanto de una lágrima del cielo
y nació el fruto de su agricultura.
Y era feliz el pueblo en su cultura
cuando del norte llegó
el águila yanki y su mordisco de acero,
llegaron hombres con cara de monstruo insecto impío
uñas rapaces y cabeza de buitre con fauces
de pez abisal y nariz de oso hormiguero
a succionar el amor y la materia.
Y así se llevaron a los niños,
se llevaron a las chicas
y a los cerdos,
se llevaron el pan,
se llevaron la savia de la tierra,
se llevaron el barro
y se llevaron el plomo,
se llevaron cazuelas
y calabazas y se llevaron
tapas de retrete,
se llevaron los discursos,
se llevaron los panfletos,
se llevaron las palabras
se llevaron los versos,
se llevaron los buenos versos
y los versos cansinos.
Entonces llegó
el enorme Simón Cardo
el libertador
cortando sombras y prisiones
a traer en sus brazos la alegría.
Y trajo de vuelta la alegría,
y trajo de vuelta los versos cansinos,
y trajo de vuelta los discursos,
los panfletos, las tapas del retrete,
trajo de vuelta....
...un país socialista y gallardo
y acá lo termino,
que mueran los yankis,
que viva Simón Cardo.
este poema pretende elevar el miembro viril de esta nuestra tierra a la categoría de objeto sacro, respetado y alabado por todos". Es así como el poeta busca que "España sea por fin lo que dejó de ser hace tantos años: una tierra de hombres".
Soneto del falósofo
Grande y castizo, honor cipote,
por gracia soberana de tu estampa
y el ángulo suntuoso de tu rampa
adore la doncella tu galope.
Y poco puede negarle al cachalote
el rubor de flor marina que campa
la gloria de su coño y su trampa
contra el pollón y su noble trote.
No te tuerza el canto de la araña
que quiere desprenderte de la magia
en su tela una dama que se engaña
No te me aflijas, oh pija de España
arriba está la gloria de la patria
cuando cantas feliz por la campaña.
Su primer libro "Anoche me bebí unos Ballentines y maté a mi mujer" fue uno de los mayores éxitos de robo en toda la costa este de Estados Unidos, pero no contento con el éxito recibido, decidió patentar su particular método de autógrafo: un escupitajo en la primera página del libro. Su segundo libro, "Yo me raspo la garganta con la escobilla de un lavabo de gasolinera" gozó de menos éxito comercial, puesto que decidió romper el contrato con la editorial y entregar la distribución a un yankee con camisa de tirantes que habitaba una carvana en el desierto de Arizona.
Aún hoy en día, después de haber publicado doscientos setenta y ocho libros y dos colaboraciones, en ocasiones Wolf Klavinsky aparca su Lamborgini, deja su chalet diseñado por Frank Lloyd Wright y empieza a abordar trenes de mercancía y a tocar la harmónica con mendigos negros blueseros.
Wolf declara que el tono malditísimo y duro de sus poemas lo ha conseguido a partir de "desayunar tumores malignos todas las mañanas" y "fumarme el tubo de escape de los coches".
Aquí les dejamos uno de sus poemas ejemplares, de fuerte contenido social y autobiográfico.
NO TENGO MÁS REMEDIO
No tengo más remedio
que ser un hijo de puta.
Ya véis,
he de desayunar sopa de pimienta,
llevo los pantalones sostenidos
por un clip que robé de la oficina
del curro del que me echaron.
El médico me dice que la deje,
que deje ya la vida,
y luego se ríe con su enfermera
y me pronostica cáncer
y me receta cianuro.
Cómo no voy a ser
un hijo de puta.
Y los capullos como tú, lector,
que me ven pasar por la calle
y no me miran,
o me condenan
con su mirada.
A los capullos como tú, lector,
que podríais ser yo
llegado un día.
Tal vez sea yo, entonces,
el que mee en vuestra tumba.
Marcos Carzal
Orquídea atávica
Contemplándote orquídea,
oh máquina telúrica de estética ecléctica,
atávico cántico tuyo, ópera pleistocénica.
¿Qué sórdida pócima escondiéndose,
qué atávica pérfida pirámide
vas formándome en el cráneo? Oh filarmónica
matemática, música céltica,
húmeda y pretérita tu fécula.
Orquídea,
qué ósculos niegas, pájaros
retóricos en tu linfática
atávica brújula de código caótico,
lágrima de máscara
en cárceles soviéticas.
Repítemelo, cuéntamelo trágicamente,
místico espíritu tragándose
al héroe del océano,
revélame sonámbula
el éxtasis de los ídolos,
el tónico atávico,
la túnica histórica
del angélico, clásico filósofo.
El éspejo révela el páisaje.
Mis zápatos deámbulan por el cámino.
Atávico.
viernes, 23 de enero de 2009
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