Su primer libro "Anoche me bebí unos Ballentines y maté a mi mujer" fue uno de los mayores éxitos de robo en toda la costa este de Estados Unidos, pero no contento con el éxito recibido, decidió patentar su particular método de autógrafo: un escupitajo en la primera página del libro. Su segundo libro, "Yo me raspo la garganta con la escobilla de un lavabo de gasolinera" gozó de menos éxito comercial, puesto que decidió romper el contrato con la editorial y entregar la distribución a un yankee con camisa de tirantes que habitaba una carvana en el desierto de Arizona.
Aún hoy en día, después de haber publicado doscientos setenta y ocho libros y dos colaboraciones, en ocasiones Wolf Klavinsky aparca su Lamborgini, deja su chalet diseñado por Frank Lloyd Wright y empieza a abordar trenes de mercancía y a tocar la harmónica con mendigos negros blueseros.
Wolf declara que el tono malditísimo y duro de sus poemas lo ha conseguido a partir de "desayunar tumores malignos todas las mañanas" y "fumarme el tubo de escape de los coches".
Aquí les dejamos uno de sus poemas ejemplares, de fuerte contenido social y autobiográfico.
NO TENGO MÁS REMEDIO
No tengo más remedio
que ser un hijo de puta.
Ya véis,
he de desayunar sopa de pimienta,
llevo los pantalones sostenidos
por un clip que robé de la oficina
del curro del que me echaron.
El médico me dice que la deje,
que deje ya la vida,
y luego se ríe con su enfermera
y me pronostica cáncer
y me receta cianuro.
Cómo no voy a ser
un hijo de puta.
Y los capullos como tú, lector,
que me ven pasar por la calle
y no me miran,
o me condenan
con su mirada.
A los capullos como tú, lector,
que podríais ser yo
llegado un día.
Tal vez sea yo, entonces,
el que mee en vuestra tumba.
Marcos Carzal
Orquídea atávica
Contemplándote orquídea,
oh máquina telúrica de estética ecléctica,
atávico cántico tuyo, ópera pleistocénica.
¿Qué sórdida pócima escondiéndose,
qué atávica pérfida pirámide
vas formándome en el cráneo? Oh filarmónica
matemática, música céltica,
húmeda y pretérita tu fécula.
Orquídea,
qué ósculos niegas, pájaros
retóricos en tu linfática
atávica brújula de código caótico,
lágrima de máscara
en cárceles soviéticas.
Repítemelo, cuéntamelo trágicamente,
místico espíritu tragándose
al héroe del océano,
revélame sonámbula
el éxtasis de los ídolos,
el tónico atávico,
la túnica histórica
del angélico, clásico filósofo.
El éspejo révela el páisaje.
Mis zápatos deámbulan por el cámino.
Atávico.
viernes, 23 de enero de 2009
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