sábado, 12 de diciembre de 2009

La caída del príncipe

LA CAÍDA DEL PRÍNCIPE DE ABISINIA


Me enseñaste a desconfiar.

Recorrí calles y desiertos,
temiendo algún día conocerte
a ti, disfrazado de mendigo,
esperando en un umbral oscuro
con tu baraja trucada
de muertes, de torres y diablos,
diciendo
"oh Raselas, apiádate de mí".

Yo te me mostré por entero mi palacio,
sus estancias oscuras,
los pasajes ocultos
cuyos mapas dibujabas
en tu frente.
Y poco a poco empecé a olvidar
mi viaje, mis razones para no quedarme ahí
contigo subido al púlpito,
traidor y miserable fariseo,
mientras buitres salían de tu boca
y se iban a posar en mi cabeza.
Por Dios confieso que te obedecía.

Entonces,
tú te agarraste a mi nombre,
trepaste por él, y quedó desgarrado
cuando al fin alcanzaste mi corona
y la lanzaste con rabia contra el suelo.

Ya no veo mi nombre en sueños,
ya no veo mi nombre, lo has convertido en polvo
y lo has echado en tu café de la mañana
mientras lees mi esquela en el diario.

Tú me enseñaste a dudar de lo que amo,
quemados el palacio y los jardines
sólo soy otro viejo en el desierto,
el monstruo jorobado que se inclina
miserable mendigo del amor.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Y otros tantos en el cajón desastre

THE BIRD AND THE FLOWER
(an old Japanese paiting)

There is a perfect pain
in the white opening
of silence.
The exact void
between the flower
and the bird.

That is the landscape
of my longing
and I lied
if I ever claimed to have it.

I confess
I wished to ignore
the furnace in the ashfall
calling me...
I am the lodge of the blind,
the rain of Paris
dressed in rags,
and I want all the shit
to come,
I want Hokusai
to surrender his waves and ghosts
to the darkness of the threshold
and vomit
with a grief as real
as a laundry neon.

I have met myself
waiting to speak
between the doorstep and the snow,
and while picking up
the stubble of my alibi,
I've fallen in love
with the devil's
harmonica solo.
And I don't regret
the pattern of my shadow
yet.

I trace now for my wound
in the stem of every flower,
in the corpse of every swan.

My piece of the sky
is full of origami ravens.

- Paris
08/11/2007


A MENUDO PIENSO EN EL TIEMPO

A menudo pienso en el tiempo,
ese maldito ilustre caballero
que sirve cada día por igual
a reyes y a mendigos
unas pocas gotitas de veneno.

Le río las bromas
aunque no me hagan gracia.
No tengo más remedio que aguantar
su lento asesinato,
hoy, después mañana
y siempre
un poco más cerca que ayer
del agua muerta.

No quiero que piense
que no le tomo en serio:
ni la piedra
ni los emperadores
le han ganado la batalla.

Cuando al fin el abismo me reclame
consagrad mi polvo al viento,
que me arrastre al cielo o al vacío
no importa

Porque no hay al final
ni consuelo ni tristeza.

Ni las lápidas desnudas de la gloria,
ni el espejo ondulante del recuerdo.

ELOGIO A LA LOCURA

La realidad no es más que mala literatura.
Me hablas de la verdad,
¡Que se muera la verdad!
Que naufraguen Dios y sus designios,
los reinos, los templos
y los príncipes.

¿Qué sé yo de la verdad?
El universo es un error incomprensible.

Este sol, aquella sombra,
el ángel que vela el sueño
de los ebrios
es toda la verdad que necesito.

La vigilia es una grulla herida.
El reloj cuenta la historia de los muertos.




MÁS PALABRAS INÚTILES


Es un arduo trabajo
cada día
tomar las escaleras
a las puertas del cielo
y ponerse a espiar por el cerrojo,
y encontrarse una casa abandonada.


Son los gajes del oficio.
Rondar las calles en círculo,
buscando algo que decir,
algún pensamiento
que no pase de largo.

Salgo al gris del invierno,
otro día más,
llevando entre mis manos
al pájaro encerrado en la botella.
Y noto
su aleteo rabioso
y la botella casi vuela de mis manos
mientras deseo que pueda salir,
salir de nuevo a posarse
en mi hombro o mi sombrero
como una insignia de guerra,
"mirad el sentimiento del poeta"
"escuchad el canto de sus viajes"
y toda esa gilipollez.

Pero el pájaro sin fuerza
se acurruca y tiembla,
y yo lo abandono
en el alféizar
y lo aburro contando minutos.

La nieve ha sepultado
el ruido y las hojas,
y no escucho nada,
nada sino blanco,
y sólo veo blanco,
y sólo siento frío.

Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma

17 AñOS DESPUÉS DE LA MUERTE
DE JAIME GIL DE BIEDMA


Ya lo sé,
no sirve de nada cambiar de casa,
me sigue persiguiendo tu fantasma.

Lo oigo
como quien oye la lluvia
mojándolo todo, disolviendo
castillos, surcando en la tierra
la sentencia del tiempo.

En las noches más hondas
tu voz se vuelve tan grande
que la oigo en campanarios,
desgranándose en relojes,
sobrevolando los jardines.
Tu presencia
insinuada igual que el polvo
en las habitaciones.

Así devoras mi corazón infiel,
hypocrite poéte- mon semblable, mon frére,
surcando las sábanas como una serpiente
te vuelves
el garfio que me ata al insomnio,
y detrás de ti
canciones francesas, niebla dispersa,
las torres abolidas de Aquitania.

Pero sobretodo la conciencia de saber
que descubriré,
demasiado tarde, siempre
demasiado tarde,
que la vida va en serio,
que haber estado solo es necesario.

Mi poesía

Uno de los falsos

"Needles to say
I am one of the fake
and this is my story"
- Leonard Cohen

My poetry is terribly boring.
I feel sorry for anyone who may hear it,
who may read it. I can forgive
the yawns. They do not matter.

My poetry is terribly boring.
It bitters the coffee and it has
the childish vanity of holding on to things.

In the world
there is much poetry,
and many poets too.
Only a few are truthful,
and me,
I am one of the fake.
Who among us could say
the true words
or at least
something that comes close?

I invest effort in my job,
I have smoked in all the train stations,
I have expected the sun in the morning.
But the billboards lie,
life is still far, far away
and my poetry,
my poetry is terribly boring,
but I like to see it burn
at the feet of statues,
I love it
for looking so much
like my mistakes.

I'm not Shakespeare,
but I like what I have.
A handful of light,
a firefly
I sometimes mistake for the sun,
I sometimes reject
for it is sentimental.

My little, my pointless,
my blind fire bird.


Uno de los falsos

"Needles to say
I am one of the fake
and this is my story"
- Leonard Cohen

Mi poesía es terriblemente aburrida.
Compadezco a quien la escuche,
a quien la lea. Puedo perdonaros
los bostezos. No importan.

Mi poesía es terriblemente aburrida.
Amarga el café y tiene
la pueril vanidad de aferrarse a las cosas.

Hay en el mundo
mucha poesía,
también muchos poetas.
Pocos son verdaderos,
y yo,
yo soy de los falsos.
Quién pudiera
decir las palabras verdaderas
o por lo menos
algo que se parezca.

Me esfuerzo en mi oficio,
he fumado en todos los andenes,
he esperado al sol de madrugada.
Pero las vallas publicitarias mienten,
la vida está muy lejos todavía
y mi poesía,
mi poesía es terriblemente aburrida,
pero quiero verla arder
al pie de las estatuas,
la quiero
por parecerse tanto
a mis errores.

No soy Shakespare,
pero al fin me gusta lo que tengo.
Un manojo de luz,
una luciérnaga
que a veces creo un sol,
que a veces desdeño
por romántica.

Mi pequeño, mi insignificante,
mi ciego pájaro de fuego.

viernes, 4 de septiembre de 2009

El canal de viajes

El canal de viajes

Me tomó una eternidad aprender a amar-
a amar abiertamente con la garganta cantando arias,
con brazos agitándose como pancartas,
con el corazón sangrando carne,
con las entrañas goteando,
con esa profunda herida de la feminidad
que te espera con magullada hambre madura,
que tiembla para ti como una luna desquiciada
que llora por ti mientras me entras en silencio.

Como amar abiertamente es un arte.
Lo hago lo mejor que puedo en mi cabeza
sin ti.
Con las luces apagadas y la televisión encendida-
caminando hacia atrás, hacia mi,
como tu reposición favorita.
Temiendo que veas las viejas películas en mis ojos.
Temiendo que estudies mis venas como un mapa de carreteras
que se estiran a través del acordeón flácido de mis costillas
hacia las colinas rodantes y la profunda separación de mi ser consciente.
Temiendo que confundas mi equipaje de mano a juego
por ese lindo set de accesorios que te llevarás un día
al mundo de los sueños usados, sin mi.

En tu mente, soy meramente un reflejo de ti-
un espejo sin memoria
desplegándose a cámara lenta
sólo cuando ya has salido del túnel
y ya has abandonado la estación.

Esa voz que- justo antes de que cambies el canal-
sabe como amarte con su boca muy abierta
y grita antes de que puedas decir fast forward:
Te di mi cuerpo...ahora lo quiero de vuelta!
EL FILÓSOFO



Entonces llegó un sabio,

su barba reluciente,

su boca llena de lenguas.



"He visto la luz", les dijo,

"la luz inmensa que perdona".



Y así, le hicieron caminos,

estatuas, luego templos,

y así su nombre fue cambiando,
se volvió un himno de paz
se volvió un grito de guerra



Hubo entonces miles, millones,
vislumbrando la luz por los ojos del sabio.



Todos murieron, algunos en paz,

y nunca supieron que el sabio era ciego.


SILENO

"El rey Midas le pregunta ¿qué cosa debe elegir el hombre, cuál es su bien supremo? El demonio calla - no quiere contestar-, hasta que por la presión contesta y lo hace entre risas, dice: Raza efímera y maldita, hija del azar y del dolor, ¿por qué me obligas a revelarte lo que sería conveniente no conocieras?

Lo que debes preferir ante todo - el bien supremo - es desear lo imposible: no haber nacido,... no ser.. ser nada. Y tu segundo bien, es desear morir pronto..."

- Nietzsche, El nacimiento de la tragedia


Sileno tomó un vuelo de primera clase
a la cima del monte más alto
y se instaló allí, con su flauta
y un cántaro de vino.

Desde la cumbre
podía verlo todo,
un tumulto de hombres
lanzándose a la muerte
por treinta monedas.

Se acordó de Midas y empezó a reír,
y sigue allí, sin cuerpo ni forma.
Sólo una risa implacable.

Crane

Un poema no escrito

Entré en la selva negra
siguiendo la pista de un verso.
Allá, entre las ramas,
un poema de enormes alas,
plumas de tinta afiladas.
Y en verdad era tan bello
que los rayos de sol intentaban
esquivar la arboleda y su sombra,
brillar en él.

Pero salió volando.
Ni yo ni la luz lo atrapamos.





EL FILÓSOFO

Entonces llegó un sabio,
su barba reluciente,
su boca llena de lenguas.

"He visto la luz", les dijo,
"una luz inmensa que perdona".

Primero le hicieron caminos,
luego templos, y sus palabras
se convirtieron en himnos,
en certezas concretas como piedras.

Y hubo muchos, demasiados
que creyeron ver la luz a
través de los ojos del sabio.

Y murieron, tal vez en paz,
y nunca supieron que el sabio era ciego.


SILENO

"El rey Midas le pregunta ¿qué cosa debe elegir el hombre, cuál es su bien supremo?
El demonio calla - no quiere contestar-, hasta que por la presión contesta y lo hace entre risas, dice:
Raza pasajera y maldita, hija del azar y del dolor, ¿por qué me obligas a revelarte lo que sería conveniente no conocieras?
Lo que debes preferir ante todo - el bien supremo - es desear lo imposible: no haber nacido,... no ser.. ser nada.
Y tu segundo bien, es desear morir pronto..."

- Nietzsche, El nacimiento de la tragedia

Sileno tomó un vuelo de primera clase
a la cima del monte más alto
y se instaló allí, con su flauta
y un cántaro de vino.

Desde la cumbre
podía verlo todo,
el tumulto de hombres
lanzándose a la muerte
por treinta monedas,
por alimentar a la bestia,
por nada.

Se acordó de Midas y empezó a reír,
y sigue allí, sin cuerpo ni forma.
Sólo una risa implacable.








Stephen Crane:

VI A UN HOMBRE PERSIGUIENDO

Vi a un hombre persiguiendo el horizonte;
corrían dando vueltas y vueltas.
Esto me perturbó;
me acerqué al hombre.

"Es inútil", le dije
"nunca podrás-"

"Mientes", gritó,
y siguió corriendo.

UN HOMBRE CULTO VINO A MI UNA VEZ

Un hombre culto vino a mi una vez.
Dijo, "Conozco el camino- ven."
Esto me llenó de alegría.
Juntos marchamos.

Pronto, demasiado pronto, estábamos
donde mis ojos son inútiles,
y no conocía el destino de mis pasos.
Me agarré a la mano de mi amigo;
pero al fin lloró, "Me he perdido".

"ESO QUE HICISTE ESTUVO MAL"

"Eso que hiciste estuvo mal", dijo el ángel.
"Deberías vivir como una flor,
reprimiendo la malicia como un cachorro,
haciendo la guerra como un corderito".

"No es así", dijo el hombre
que nunca temió a los espíritus;
"eso está mal sólo para los ángeles
que pueden vivir como flores,
reprimiendo la malicia como cachorros,
haciendo la guerra como corderitos".

MUCHOS DIABLOS ROJOS

Muchos diablos rojos huyeron de mi corazón
y saltaron a la página.
Eran tan pequeños
que mi pluma podía aplastarlos.
Y muchos luchaban en la tinta.
Era extraño
escribir en esta mugre roja
temas de mi corazón.

EN EL DESIERTO

En el desierto
vi una criatura, desnuda, bestial,
que, de cuclillas sobre la tierra,
sostenía su corazón en las manos,
y comía de él.
Le dije, "¿es bueno, amigo?"
"Es amargo- amargo", me contestó,
"Pero me gusta
porque es amargo,
y porque es mi corazón".

UN POCO DE TINTA MÁS O MENOS

¡Un poco de tinta más o menos!
Qué puede importar?
Incluso el cielo y el mar opulento,
las llanuras y las montañas, distantes.
Escucha el tumulto de todos estos libros.
Pero es sólo un poco de tinta más o menos.

Qué?
Me defines Dios con estas baratijas?
Puede mi miseria alimentarse en este andar ordenado
de necios entretejidos?
Y una fanfarria de luces?
O incluso sobre los medidos sermones
sobre la familiar verdad y mentira?
Es esto Dios?
Dónde, entonces, está el infierno?
Enséñame un hongo bastardo
brotado de una polución de sangre.
Es mejor.

Dónde está Dios?

viernes, 19 de junio de 2009

Otro momento Kodak

Otro momento Kodak

No se supone que debía ocurrir así.
Debimos habernos encontrado en el aeropuerto
en la pista.
O, tal vez en el ascensor
entre pisos.
O tal vez sólo en algún bar inominado
donde los ojos de solitarios anhelantes
se pegan a tu solapa como ostras moribundas.
Todos hemos estado aquí antes-
las habitaciones prestadas en las que hemos entrado al revés.
Hoy, estamos en el centro de mi cocina-
(me gusta saber donde estoy contigo)
balanceando el fuego y el agua,
virtiendo palabras calientes y sueños fríos
como una mesa coja.
Ya estás con un pie fuera de la puerta.
Ya estás enviándome una postal
desde la habitación contigua.
Esto no es lo que pedí.
Esto no es lo que quería.
Lo único que siempre quise
era una película del espectáculo,
un largometraje de nuestras vidas desplegándose,
momento a momento, imagen a imagen,
¡fotografías saliendo y entrando en ambos,
explotando en luz!
Todo lo que siempre quise
es un poco de verdad en la vieja habitación oscura.
En su lugar, tú me ofreces una instantánea de ti mismo-
una cara, sin cuello ni manos.
Dios sabe lo que harías conmigo.
Mejor será que me quede en algún lugar oscuro y secreto,
un país perdido cuyo lenguaje no hablas,
cuyo terreno primitivo
nunca explorarás, abreviarás, retocarás.

Pero tú, siempre el turista,
vuelves a recargar la cámara de tus ojos,
enrollándolos con el negativo barato de tu pasado Polaroid.
Ojos que se van
pero nunca llegan.
Ojos que me siguen
dondequiera que vas.
El tonel de tus lentes telescópicas,
ese proyector lustroso, esa otra pistola cargada,
apretándose suavemente contra mi plato fotográfico--
¡Siempre con tu dedo en el gatillo
de lo que pudo haber sido!
No se suponía que debía suceder así...
Hasta que un día hace clic!
Se supone que debía suceder así.
Siempre estuvo mi dedo en el gatillo
de lo que pudo haber sido.
Hasta el flash final
del reconocimiento,
de la premonición...
el último destino de una vida no vivida.

sábado, 13 de junio de 2009

Wolf Barren

COÑO MAMÁ, LÁRGATE YA

Mira mamá,
voy a ser sincero
para empezar:
me cago en Dios y su hijo hippie
y la virgen puta,
por cuya voluntad ardió tu asilo.
Como odio que vengas a vivir conmigo,
y me llenes la casa de tapetes
y de cristos del sagrado corazón.

Mamá, cuando no estoy
cortas mi nieve con las estampitas
de San Wenceslao y Cucufato,
que sí, mamá, coño, que lo sé,
que me chamuscaste por entero
la cuchara de palo, coño mamá,
que así no se pican
ni en casa del herrero.

Joder mamá,
que a mi no me importa compartir
pero controla un poco,
que por cada pasti que te doy
te pones a limpiar la casa,
y entre los chorros del oro sólo puedo escribir
la oda al Pato WC, Norit el borriquito,
el osito Mimosín, coño mamá,
que mis libros empiezan a dar asco,
que los has limpiado con lejía,
que de tanto Dixán que les metes
se han vuelto sonetos,
sonetos de amor, nada menos.

Mira mamá, que las toxinas van muy caras,
que como un día me pille de malas
te las meto en la sopita
y te das un viaje al otro mundo.

Que lo sepas. Así
cuando llegue el estertor final,
no digas que no avisé.
Ah, y los cristos y los santos,
y las vírgenes que tienes,
que las herede el capullo
de mi hermano.

viernes, 1 de mayo de 2009

Un reloj marca las ocho de la mañana, Claudio toma un café en el bar, fuma un cigarrillo.

Sólo queda esperar lo inesperado, lo nunca aparecido. Tú que me esperas sin tú ni yo saberlo.

Termino el café, apago el cigarrillo y me pongo el sombrero. Tú sales antes para que la lluvia no te alcance, a mi me gusta caminar con el paraguas abierto, y por eso me demoro en salir y siempre llego tarde.

Claudio sale. Llueve, camina por la calle.

Cruzo la calle porque tengo prisa, tú me adelantas en un taxi para llegar antes al desencuentro.

Claudio compra las entradas para el cine.

Pacientemente espero tu llegada en la cola del cine, pero tú no sabes dónde estoy, ni dónde esperarme.

Claudio en la sala de cine. Contempla en la pantalla la escena de Vertigo en la que Madelaine mira el cuadro de su antepasada en la galería de arte de San Francisco.

Y yo me siento, me relajo, entro lentamente en la película y me quedo en ella para soñarte.

Claudio se para en un bar.

De camino a casa me paro en un bar, no tengo prisa por llegar a casa, sé que no estarás allí esperádome. Y por eso llego tarde, y tú duermes en la habitación cuya puerta desconozco.

Claudio duerme en la cama, sobre él una escena donde se lo ve con un cuadro de la Mona Lisa cuya mano sostiene (la mano parece que sobresalga del cuadro)

Dormiremos juntos en sueños separados, y al despertar creeremos que nos hemos visto.

Entra la luz por la mañana. Claudio se despierta solo.

Un día nuevo amanece

lunes, 20 de abril de 2009

Me corto al afeitarme. Es así de sencillo. Es tan simple como ver la sangre en mi mejilla, aquí estoy, soy materia, soy un contorno finito, no un ángel. Materia. Estoy arraigado en la tierra. Soy sangre.

Vagamos por la vida ignorando nuestra única certeza. Todo se acaba. No hay un mapa del tesoro esperándonos, el horizonte es un espejismo que se aleja a cada paso. Estoy aquí, ahora. El instante es todo lo que tengo. No el gran pájaro, no el ángel. Las alas de carnaval que me quito y que me pongo.

He sido arrojado al mundo, vivo bajo el peso de mi nombre. Todos cargamos el interrogante de nuestro propio misterio: Estoy aquí. Estoy aquí y todo me empuja. Me balanceo al borde del abismo, y abajo no hay red, no hay colchón. El jefe del circo lo grita a través de su megáfono "qué coraje, qué coraje nacer, desafiar a la muerte".

Aquí empieza la historia. Cuántas historias empiezan aquí. Fuera el cielo gris, fuera el ruido del tráfico, el aleteo de palomas: un espacio conocido, un lugar común. Un tipo cualquiera lleva puestas unas alas que no son suyas y es el tres de noviembre de no importa qué año, en no importa qué ciudad.

Son las alas que me quito y que me pongo.
No sirven para volar. Capturan, solamente,
un azul instantáneo entre los cielos
surcados por nubes lentas, azorados
por los vientos...
pero no sirven para volar.
Desde lo alto de los enormes rascacielos
vuelan suicidas contra la tierra,
y mientras mis botas
se hunden en la nieve,
y el hielo que me arde
anuncia en silencio esta certeza.
Estoy aquí. Y soy materia.

Son las alas que sostengo y que contemplo,
y las dejo colgadas en las arcas,
y construyo mi museo de fracasos,
de mil intentos de despegue,
de caídas
todavía por venir. Y al final
siempre, siempre la tierra
se clava contra mi,
me implora que la ame.

Son las alas que me anclan a la tierra,
son las alas que me arrastran a la noche.

sábado, 18 de abril de 2009

EL GUARDADOR DE REBAÑOS (1912)

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)

V

Bastante metafísica hay en no pensar en nada.

¿Qué pienso yo del mundo?
¡Yo qué sé lo que pienso del mundo!
Me pondría a pensarlo si enfermara.

¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión es la mía sobre causas y efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del Mundo?
No sé. Pensarlo para mí es cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (que no tiene cortinas).

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo qué es el misterio!
El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos
al principio no sabe qué es el sol
y piensa muchas cosas llenas de calor.
Mas abre los ojos y ve el sol
y no puede ya pensar en nada
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
y por eso no yerra y es común y es buena.

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen esos árboles?
La de ser verdes, la de tener copa y ramas,
y la de dar fruto a su hora, y eso no nos hace pensar
que no sabemos darnos cuenta de ellos.
¿Habrá mejor metafísica que la suya
de no saber para qué viven
ni saber que no lo saben?

"Constitución íntima de las cosas"...
"Sentido íntimo del universo"...
Todo eso es falso, todo eso no quiere decir nada.
Increíble, que se puedan pensar cosas así.
Es como pensar en razones y fines
cuando empieza a rayar la mañana y allá por la arboleda
un vago oro lustroso va perdiendo oscuridad.

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es sobreañadir, es como pensar en la salud
o llevar un vaso de agua a los manantiales.

El único sentido íntimo de las cosas
es el de no tener sentido íntimo alguno.

No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
vendría sin duda a hablar conmigo,
y cruzaría mi puerta, casa adentro,
me diría: ¡Aquí estoy!

(Esto tal vez suene ridículo al oído
de quien, por no saber qué sea el mirar a la cosas,
no entiende al que habla de ellas
con el modo de hablar que el fijarse en ellas nos eseneña.)

Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar* y el sol,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas
y mi vida entera es una oración y misa
y una comunión con los ojos y por los oídos.

Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
¿por qué llamarle Dios?

Le llamo flores y árboles y sol y luar y montes;
porque si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y luar y montes y árboles y flores,
si ante mí aparece como árboles y montes
y luar y sol y flores
es porque quiere que yo lo conozca
como árboles y montes y flores y luar y sol.

Y por eso, obedezco
(¿qué más sé yo de Dios que Dios no sepa de sí mismo?).
Le obedezco al vivir tan espontáneamente
como quien abre los ojos y ve,
y le llamo luar y sol y flores y árboles y montes,
y le amo sin pensar en él,
y lo pienso al ver y oír,
y ando con él a todas horas.

* luz de luna

MAMÁ, MAMÁ, POR QUÉ NO TE HICISTE UNA LIGADURA DE TROMPAS

un poema por Wolf Barren

Joder, mamá,
cuánto te quiero,
pero ya te podrías haber pinchao
con jaco del malo en tu embarazo.
Así con suerte hubiese nacido muerto.
Joder, mamá,
que es eso de tirarme a la existencia
donde tengo que vivir
de fumarme chustas de cerdas,
de beber culos de cerveza.
DE BEBER CULOS.

Joder, mamá,
cuánto te quiero,
pero ya podrías haberte puesto un diafragma
el día que aquel borracho te folló
hasta hacerte cagar la mierda que soy.
JOOOOOODEEEEEER,
MAMÁ, a ver si te lo coses ya,
que tus hijos odian este mundo.

Querido lector,
si escuchas lo que te digo
hazte un nudo en la polla
y no traigas más mierda al mundo,
para no ser como
mamá, mamá,
cuánto te quiero,
pero por qué no le diste
mejor uso a tus perchas que colgar
esos vestidos de flores,
esas enaguas de gorda,
esos petitos pre-natal.

Mamá, cuánto te quiero, joder,
pero ponte un tapón en el coño.

Joder, mamá,
cuánto te quiero
en este día de la madre,
pero mira que te digo,
si me hubieras matado al nacer
no recibirías estos regalos
de mieeeeeerda.


VIDA

A Paula Romero

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.


Me corto al afeitarme. Es así de sencillo. Es tan simple como ver la sangre en mi mejilla, aquí estoy, soy materia, soy un contorno finito, no un ángel. Materia. Estoy arraigado en la tierra. Soy sangre.

Vagamos por la vida ignorando nuestra única certeza. Todo se acaba. No hay un mapa del tesoro esperándonos, el horizonte es un espejismo que se aleja a cada paso. Estoy aquí, ahora. El instante es todo lo que tengo. No el gran pájaro, no el ángel. Las alas de carnaval que me quito y que me pongo.

He sido arrojado al mundo, vivo bajo el peso de mi nombre. Todos cargamos el interrogante de nuestro propio misterio, todos ansiamos resolverlo. Estoy aquí. Estoy aquí y todo me empuja. Me balanceo al borde del abismo, y abajo no hay red, no hay colchón. El jefe del circo lo grita a través de su megáfono "qué coraje, qué coraje nacer, desafiar a la muerte".

Aquí empieza la historia. Cuántas historias empiezan aquí. Fuera el cielo gris, fuera el ruido del tráfico, el aleteo de palomas: un espacio conocido, un lugar común. Un tipo cualquiera lleva puestas unas alas que no son suyas y es el tres de noviembre de no importa qué año, en no importa qué ciudad.

Son las alas que me quito y que me pongo.
No sirven para volar, Capturan, solamente,
un azul instantáneo entre los cielos
surcados por nubes lentas, azorados
por los vientos...
pero no sirven para volar.
Desde lo alto de los enormes rascacielos
vuelan suicidas contra la tierra,
y mientras mis botas
se hunden en la nieve,
y el hielo que me arde
anuncia en silencio esta certeza.
Estoy aquí. Y soy materia.

Son las alas que sostengo y que contemplo,
y las dejo colgadas en las arcas,
y construyo mi museo de fracasos,
de mil intentos de despegue,
de caídas
todavía por venir. Y al final
siempre, siempre la tierra
se clava contra mi,
me implora que la ame.

Son las alas que me anclan a la tierra,
son las alas que me arrastran a la noche.

BILLIE HOLIDAY

Van a tener que amar tu voz
los borrachos heridos de tristeza,
los prisioneros de la lluvia acumulada,
los gatos perdidos de la noche.
Van a tener que saberte
pena a pena, trago a trago.

Hay una voz de luz en humo,
hay un otoño en Nueva York,
y un tren marcha sin saber a dónde,
y los álamos del sur
dan a los cuervos fruta extraña.

Hay un jazz que estalla en negro.
Hay una vitrola en cuerpo y alma,
y su flor respira el llanto
de tantos domingos oscuros,
de tantas batallas perdidas.
Así regresa el ayer sepultado,
y es tuya la juventud
y es tuya la belleza
y es tuya la verdad.

Siempre abro la puerta a los fantasmas.
El tiempo se deshace en vino azul
en las anchas avenidas
de un lunes bajo la lluvia.
Anuncios

Se busca cínico para compartir barril.
Emplazamiento céntrico, Calle Desencanto.
Completamente equipado:
vino, Diógenes y Bogart.
Abstenerse amelies
y demás estirpes luminosas.


Se regala sueño inadmisible,
inatendido por falta de cojones.
Requeridos avales de locura.


Perdido sombrero lleno de ideas.
Amigable, responde por su nombre,
volador y de tendencia dadaista.


Perdida metáfora perfecta.
Vista por última vez muy lejos de la luna,
recompensa en sinécdoques y rimas.

Cambio ripio espantoso,
terco y baboso,
ronca como un oso.
En mi verso hace poso
ruego a un carrasposo
me lo cambie por Dulcinea del Toboso.

Se busca culo prieto
para relación superficial.
Abstenerse hölderlines
y nemequitepás.

Cursillo acelerado de suicida.
¡Mátese ya!
Calle Diciembre, número 25,
vigésimo piso hasta abajo.

Se busca calavera para teatro existencial.
imprescindible experiencia en no ser,
remuneración en abismos y vacío.

Se ofrece musa comercial.
Prosa terpidante, subtrama de amor.
Bestseller garantizado,
stands de lujo en aeropuertos.
Cómpreme ya.

Se compra inspiración
para versificar anuncios.
Pago en idioteces circulares.

Esteticien poético,
cabello de oro, mar en sus ojos.
Transfórmese ya:
Parezca la palabra melancolía.

Borracho busca tango amigo.
Grata compañía, alta cuenta de lágrimas.
Máxima urgencia:
podría pasarme al canto tirolés.

Se vende refugio del mundo.
Buena localización, en un país lejano.
Muralla a prueba de hijoputas.

Se vende síndrome de Cotard,
casi nuevo, usado sólo en el invierno.
Ideal para enterradores, zombies
y reinas de la fiesta.

miércoles, 8 de abril de 2009

La gente cuervo de París

Aquella mañana me desperté transformado en un horrible monstruo. “Por lo menos no soy una cucaracha”, me dije al contemplar mi terrible rostro en el espejo. Aunque mi cuerpo seguía siendo el que metí- solitario- en la cama la noche de ayer, mi cabeza había sido terriblemente desfigurada. Me contemplaban unos ojos con una expresión entre sorpresa y enorme vacío, y mi boca se había alargado monstruosamente hasta convertirse en un pico afilado y retorcido como un garfio. Mi pelo revuelto eran ahora plumas negras, cubriendo mi rostro por entero, me había convertido en la sátira de un Dios egipcio, en una criatura espantosa con aspecto de llevar sobre sus hombros la guadaña de la muerte. Oh, sí, la mía era la cabeza de un cuervo, esa carismática bestia carroñera, esa que hace de los restos del campo de batallas un festín de entrañas y de ojos.

El desayuno fue extraño: la falta de dientes y de labios lo dificultaba todo. Estuve veinte minutos desmenuzando con cuidado el croissant, y me derramé patéticamente el café sobre la camisa. Hubiese querido maldecir a la creación, pero incluso la voz me había sido arrebatada, y todas las blasfemias que mi frustración empujaba salían proyectadas de mi boca en forma de terribles graznidos. “Nevermore, nevermore”, me aconsejaba el pequeño fantasma de Poe que llevo dentro. “Nevermore, nevermore” era todo lo que salía por mi boca, ¿nevermore qué? Probablemente todo. Me había transfigurado en un ave de carroña, en un emisario de la noche. Un cuervo, joder, un puto cuervo. Qué perfectamente existencialista.

O tal vez no era el final, sino el principio de todo. Tal vez había sido el elegido, me había vuelto símbolo de algo. Como en una novela fantástica inglesa, ¿se abriría ahora la puerta del camino a un mundo de sátiros, elfos y centauros? ¿Acabarían adorándome, dándome un templo? Entonces aparecería en la novela, en el momento en que los héroes van a visitar al sabio monje en su templo, y él- extraña y asombrosa criatura- les da el críptico mensaje por el cual salvarán al mundo del nigromante malvado.

Aterrador heraldo de la muerte, reencarnación de dios egipcio, villano de cómic o tal vez héroe oscuro, no sé cual era la forma de mi destino, pero de nada serviría quedarme en casa. Y así salí a la calle. La rue Quai-de-Seine, con su enorme canal, sus cines y sus cisnes, sus viejos jugando a la petanca. La hermosa rue Quai-de-Seine, esperando abajo con los cafés abiertos y la tienda de antigüedades. Pero París era la misma ciudad gris que dejé atrás ayer, y fuera todos caminaban sin mirarme. Todos eran cuervos. Todos eran monstruosas criaturas graznantes, carroñeras. Vaya, no imaginaba así el amanecer de la era de Acuarios, the age of Aquarius, Aquarius, pero no podía ser otra cosa, sino una enorme transformación cósmica, la llegada de una etapa en la que todo iba a ser destruido, súbitamente quebrado y luego reinventado.

Estaba rodeado de monstruos. La ciudad entera se había transformado en una bandada temible de pájaros sin alas. Aquí llegaba el gran cambio, “things fall apart, the center will not hold”. El mundo conocido, el mundo de oficinas y papeleos, se caía a pedazos ante mis ojos. Y sentí que todos sabíamos que nada había que temer, éramos los elegidos. Nosotros cerraríamos un círculo, y en las manos de cada uno estaba la fuerza de un nuevo comienzo. Pero nadie parecía darse cuenta. Rectamente parisinas, caminaban gabardinas negras y picos asomando de sombreros grises en un lunes cualquiera. La tristeza del cielo lluvioso aún velaba por nosotros.

La tele del bar de la esquina mostraba imágenes del mundo entero, corriendo por Osaka o Nueva York, bandadas de humanos deformes. Informatizadas voces robóticas leían sin emoción alguna textos que los aterrorizados periodistas- lanzados todos con placer hacia una sopa de letras catastrofistas- escribían a toda prisa. La apacible y tranquila casa de Mickey Mouse había sido asaltada por una bandada de cuervos enfurecidos. Le pegaronn con bates de béisbol, luego encontraron en sus cajones heroína y preparon el envenenamiento de su víctima. Mickey Mouse había muerto aquella mañana ante una multitud enfervorecida en medio de Times Square.

Me senté, pedí mi café-créme, me encendí un cigarrillo- no es tan difícil fumar con pico- y contemplé desde la ventana el cuadro terrible. No vi al músico callejero. Y pronto en mi mente imaginaba a John Coltrane convertido en cuervo, intentando tocar un jazz con su pico. Desvié mi mente de las noticias y me concentré en la música que sonaba en mi cabeza, pero el saxofón tocado con pico suena terriblemente desafinado. Al menos el teclado seguía siendo bueno, pero al sexto minuto de no recuerdo cual de sus “First meditations” emepzó a dolerme mucho la cabeza. Un mundo sin jazz es un mundo que se acaba. “Un mundo sin jazz es un mundo que se acaba”, anoté esa frase. Era un poco idiota, pero tal vez serviría como eslógan.

No nos engañemos, siempre hemos sido carroñeros, y algo caníbales. Somos una especie temible, nuestros supermercados son una galería de gélidas vitrinas en las que se exponen los cadáveres multitud de especies, mientras nosotros damos vueltas y vueltas con los carritos, aquí un pedazo de vaca, allá el miembro amputado del cerdo. Pero no es más difícil, para mí, la idea de comer patos, pollos y demás aves de gusto delicioso. Así, por mi mente pasaba la imagen de largos pasillos de supermercados, con cuervos tirando de sus carros de la compra, mirando aquí y allá exposiciones de los más jugosos alimentos. Algunos cuervos probablemente se inclinarían por comer ojos arios, brillantes y azules, mientras que otros preferirían adobar sus bistecs de abogado con una deliciosa salsa agridulce de sangre de chino. Delicatessen para todos, por todas partes: hay superpoblación. Reserve ya su mesa de nouvelle cuisine, le daremos un excelente filete de hígado de musulmán abstemio, con una guarnición de espuma cerebral de niño prodigio, todo presentado con florituras vegetales y uñas de señora respetable. Y así la revelación llegó: una cuerva llevando un carrito de bebé, paseando coquetamente con su gabardina roja, arrastrando por la calle a su cría chillona. Por un momento, ella se paró a contemplar unas hermosas pamelas, elegantes y ostentosas, un estilo parisino a precio parisino.

La noche anterior había pasado sin cenar, y era hora de alimentarse. En su tierna crisálida de carrito, las madres guardan a sus críos entre las suaves sábanas, burbujas de dulces olores que no sospechan que en el mundo hay cabrones como yo. Y así la atmósfera sosegda e inocente del carrito del niño se quebró al asomar mi cabeza en su interior. Y me miró por un segundo, con ojos deliciosos...fue una pena que se me adelantara, pues habrían sido un buen manjar.

“¡Nevermore, nevermore!” chillaba yo mientras me retorcía tuerto por la calle, ante la indiferencia de todos los transeuntes. Nevermore, nevermore y mi cuenca supurando sangre, y el horrible niño, con esa cabeza de pájaro desplumada y esas venas marcándose en su cráneo, masticaba feliz con su pico el ojo que me había sacado. Corrí calle abajo con mi único ojo, y después me di cuenta que había sido antes, bajo no sé qué hechizo, que había estado ciego: las calles estaban llenas de muertos, y yo no me había percatado antes. Eran los pobres idiotas que intentaron alcanzar los cielos, y torpemente habían olvidado que el cuervo no volaba con su cabeza, sino con sus alas. Las calles estaban sembradas de suicidas accidentales que habían intentado volar. Hay gente muy estúpida en el mundo.

Bajé y bajé, a tumbos, casi a ciegas, dolorido. Notre Damme. Mi parada turística favorita. Allí estaba la orgullosa catedral de los franceses, la soberbia y poderosa escultura gótica, afilada y lista para rascarle el culo a Dios. Pero delante de la gran dama de París, otra enorme mujer estaba tumbada en la plaza, una gigantesca y monstruosa mujer, una godzilla humana enormemente gorda. Con su largo vestido negro, tumbada sobre su culo, moviendo las piernas frenéticamente, agarrando dos árboles en cada mano: un espectáculo dantesco. Sobre un orificio del vestido encima de su barriga, una máquina enorme con forma de pulpo succionaba y succionaba con ansia el interior del estómago de la gigante, expulsando a través de las salidas de cada una de sus extremidades metálicas fuentes de grasa amarillenta. Estaba presentando la que probablemente fuese la liposucción más grande del mundo. Ocho surtidores en ocho tentáculos metálicos, disparando a través del Sena y alcanzando a cubrir de gelatina blancoamarilla los centros comerciales y el Hotel de Ville.

Para cualquier persona de rango cultural inferior al mío, esta imagen probablemente hubiera sido confusa, pero mi agudo intelecto fue capaz de identificar a la susodicha monstrua-giganta. Se trataba, imposible dudarlo, de la magnífica Reina Victoria de la Inglaterra, embajadora de las tierras sajonas en territorio galo, aprovechando precios menores en cirugía estética. Ante todo esto, uno debe mantenerse imperturbable, pues a toda insípida broma inglesa, todo francés debiera replicar con “we are not amused”. Así que no me dejé intimidar por su terrible papada, su afición a la cerveza alemana, sus palacios de cristal, su duelo por los hijos muertos. Me quedé quieto, perfectamente quieto, y aunque sentía la adrenalina estallar en mi cuerpo, ni un solo temblor perturbó mi expresión. No es que no tuviera miedo, pues sabía que la rabia dentro de esta mujer era todo el siglo XX. De agarrarme, seguro me castigaría, me haría comer gastronomía escocesa y me azotaría con un corsé mecánico. Pero yo, yo me mantuve rígido, con toda mi voluntad: los franceses no siempre nos rendimos. Era hora de demostrarlo.

Iba a tomar su grasa, iba a tomar su grasa y hacer jabón. No podía tocarla con mis manos, pero para ello estaba mi fiel cuchara, lista para recoger la mejor grasa: grasa de la realeza, grasa de los grandes cocineros, grasa de comida inglesa sobresaturada de salsas y mantequilla. Me imaginé a mi mismo siendo el rey del jabón del nuevo mundo, jabón para su crin de cuervo, fórmula anticaída de plumas, fórmula plumas brillantes. Y sobre la proa de un barco de jabón, flotando en el mar Mediterráneo, dándole la espuma que le falta, yo cantando, yo cantando Asia a un lado, al otro Europa...¡y allá su frente Istambul!

Pero en mi maletín no encontré cuchara alguna. Es extraño porque siempre la llevo conmigo, listo para devorar a cualquier yogur que me desafíe en la oficina. ¿Dónde había caído la cuchara? Era imposible saberlo: mi maletín es un desastre, donde palpo ciegamente buscando para encontrar cigarrillos rotos, billetes de metro gastados y facturas. Así que busqué más al fondo, busqué hundiendo las manos primero, luego la cabeza, y al fin ya medio cuerpo entero metido en el maletín, con los pies agitándose y colgando fuera, el resto de mi colgando en el vacío negro de mi maleta, ¿dónde está mi cuchara, dónde está mi cuchara?

Encontré un transatlántico soviético. No recordaba haberlo dejado ahí, me parece que era el Lermontov, pero podría haber sido el Tarakan. Buscando más profundamente, acabé por encontrarme la Ciudad Prohibida de Beijing, y lo que quedaba de la de Hue. Después el set entero de la película “Cleopatra”. Tampoco recordaba haberlo dejado ahí. Busqué más profundamente y acabé por caerme, abajo, abajo, a toda velocidad a través del vacío de mi maletín, preguntándome cuánto falta para el fondo.

Y caía, y todo el mundo caía conmigo, el universo entero no esperaba el turno y entraba por la apertura, brillando allá arriba, tan lejana. Me agarré por un momento a la cúpula del Sacre Coêur, pero me golpeó un expositor de postales de París y salí de nuevo despedido hacia el caer infinito. Fueron muchas horas, y cuando finalmente encontré un lugar tranquilo en la sala de espera de un dentista neoyorkino, las astillas de la Pagoda Dorada entraron por las ventanas y casi me acribillan en un espectacular estallido de oro.

Maldito vórtice primordial, cómo caía todo. Todo, todo: las bibliotecas y los autobuses, las grandes obras de arte y las farolas, pero sobretodo muchos, muchos hijos de puta. El fondo parecía no llegar nunca, y pronto algunos empezaron a planear abrir negocios en caída libre, organizar de nuevo los sistemas, las burocracias, las guerras y las revoluciones.

Por fortuna creo que no queda mucho para el gran golpe final, o la fusión cósmica de todo en uno, oh Big Crunch, oh eterno retorno. Seguramente acierto, a fin de cuentas es mi maletín. Me agarro a un sillón que encontré, me hago con bolsas de patatas para alimentarme mientras todo cae hacia abajo. Me meto la mano en el bolsillo. Joder, he perdido el tabaco, he perdido el tabaco a la vez que todo se acaba y cae, y cae, y cae. Bueno, la vista es muy buena de todas formas.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Es una vieja historia,
ya sabida.
El alba se despliega con una luz
que no significa casi nada.
El tiempo pesa sobre ella,
el tiempo pesa demasiado.

Y cada día el nuevo día
es como un ave de rapiña
que no nos atrevemos a coger.

El tiempo se escapa de las manos
con una facilidad inadmisible,
y sus garras se ensañan con nosotros,
.y destrozan nuestros dedos por huir
a un vacío gris,
a los palacios de un país desconocido,
a los jardines de un edén inexistente.

domingo, 25 de enero de 2009

Idiots and Angels

who hasn't dreamed of flying to the light...

our world is full of broken wings.

My feathers fall more in October,
they fall and fuck the morning coffee
and carefully
I have to pick them up from fountains,
from puddles or toilets,
and dry them
or shake the dust out,
and walk again with the burden in my back
and get lost again.

I have carried my wings many times
when they fall defeated
like a wounded raven,
leaving a trail of blood and tears
in the darkened streets I walk through.
I have stayed long nights repairing
the fragile bones that form them,
stapling the fallen feathers
I find in the ice after the storm.

Many times I have wished
to pull them out from my back
- bury them somewhere across the ocean,
and then maybe I could cut a little off
the shadow I project and chases me.

But my wings give me gold
mixed into the shadow.
And so
I have learned
to love them a little,
and I play an angel everytime
I see ghosts upon the showers.


And everyday another step
with the wings in my back,
I say, fires that fade
little by little,
door by door,
heart by heart.
Like the song of water circling
skull vomiting shipwrecks
and deep magnolia sewers.

viernes, 23 de enero de 2009

Su primer libro "Anoche me bebí unos Ballentines y maté a mi mujer" fue uno de los mayores éxitos de robo en toda la costa este de Estados Unidos, pero no contento con el éxito recibido, decidió patentar su particular método de autógrafo: un escupitajo en la primera página del libro. Su segundo libro, "Yo me raspo la garganta con la escobilla de un lavabo de gasolinera" gozó de menos éxito comercial, puesto que decidió romper el contrato con la editorial y entregar la distribución a un yankee con camisa de tirantes que habitaba una carvana en el desierto de Arizona.

Aún hoy en día, después de haber publicado doscientos setenta y ocho libros y dos colaboraciones, en ocasiones Wolf Klavinsky aparca su Lamborgini, deja su chalet diseñado por Frank Lloyd Wright y empieza a abordar trenes de mercancía y a tocar la harmónica con mendigos negros blueseros.

Wolf declara que el tono malditísimo y duro de sus poemas lo ha conseguido a partir de "desayunar tumores malignos todas las mañanas" y "fumarme el tubo de escape de los coches".



Aquí les dejamos uno de sus poemas ejemplares, de fuerte contenido social y autobiográfico.



NO TENGO MÁS REMEDIO

No tengo más remedio
que ser un hijo de puta.

Ya véis,
he de desayunar sopa de pimienta,
llevo los pantalones sostenidos
por un clip que robé de la oficina
del curro del que me echaron.
El médico me dice que la deje,
que deje ya la vida,
y luego se ríe con su enfermera
y me pronostica cáncer
y me receta cianuro.

Cómo no voy a ser
un hijo de puta.

Y los capullos como tú, lector,
que me ven pasar por la calle
y no me miran,
o me condenan
con su mirada.

A los capullos como tú, lector,
que podríais ser yo
llegado un día.

Tal vez sea yo, entonces,
el que mee en vuestra tumba.




Marcos Carzal

Orquídea atávica

Contemplándote orquídea,
oh máquina telúrica de estética ecléctica,
atávico cántico tuyo, ópera pleistocénica.
¿Qué sórdida pócima escondiéndose,
qué atávica pérfida pirámide
vas formándome en el cráneo? Oh filarmónica
matemática, música céltica,
húmeda y pretérita tu fécula.

Orquídea,
qué ósculos niegas, pájaros
retóricos en tu linfática
atávica brújula de código caótico,
lágrima de máscara
en cárceles soviéticas.

Repítemelo, cuéntamelo trágicamente,
místico espíritu tragándose
al héroe del océano,
revélame sonámbula
el éxtasis de los ídolos,
el tónico atávico,
la túnica histórica
del angélico, clásico filósofo.

El éspejo révela el páisaje.
Mis zápatos deámbulan por el cámino.

Atávico.
no moverme jamás de San Marcos, porque está en mi corasón y porque lo llevo donde quiera que voy. Es mi patria sosialista, es el lugar a donde van los comunistas buenos cuando mueren. Si ustedes quieren visitarla un día, yo les puedo proporcionar los doscientos cuarenta y dos papeles que tendrán que rellenar para conseguir el visado. Vengan a ver, una tierra igual, una tierra sin ricos ni pobres, una tierra alfabetizada y optimista, una tierra sin represión, sin judíos y sin homosexuales. Pueden venir a mi casa, está hecha del estiércol de la tierra, pero es mi pequeño refugio. Además, está muy cerca de los lavabos.


Poema del carrusel

Nació mi tierra en su total envergadura
por el llanto de una lágrima del cielo
y nació el fruto de su agricultura.

Y era feliz el pueblo en su cultura
cuando del norte llegó
el águila yanki y su mordisco de acero,
llegaron hombres con cara de monstruo insecto impío
uñas rapaces y cabeza de buitre con fauces
de pez abisal y nariz de oso hormiguero
a succionar el amor y la materia.

Y así se llevaron a los niños,
se llevaron a las chicas
y a los cerdos,
se llevaron el pan,
se llevaron la savia de la tierra,
se llevaron el barro
y se llevaron el plomo,
se llevaron cazuelas
y calabazas y se llevaron
tapas de retrete,
se llevaron los discursos,
se llevaron los panfletos,
se llevaron las palabras
se llevaron los versos,
se llevaron los buenos versos
y los versos cansinos.

Entonces llegó
el enorme Simón Cardo
el libertador
cortando sombras y prisiones
a traer en sus brazos la alegría.

Y trajo de vuelta la alegría,
y trajo de vuelta los versos cansinos,
y trajo de vuelta los discursos,
los panfletos, las tapas del retrete,
trajo de vuelta....


...un país socialista y gallardo
y acá lo termino,
que mueran los yankis,
que viva Simón Cardo.


este poema pretende elevar el miembro viril de esta nuestra tierra a la categoría de objeto sacro, respetado y alabado por todos". Es así como el poeta busca que "España sea por fin lo que dejó de ser hace tantos años: una tierra de hombres".


Soneto del falósofo

Grande y castizo, honor cipote,
por gracia soberana de tu estampa
y el ángulo suntuoso de tu rampa
adore la doncella tu galope.

Y poco puede negarle al cachalote
el rubor de flor marina que campa
la gloria de su coño y su trampa
contra el pollón y su noble trote.

No te tuerza el canto de la araña
que quiere desprenderte de la magia
en su tela una dama que se engaña

No te me aflijas, oh pija de España
arriba está la gloria de la patria
cuando cantas feliz por la campaña.


































Su primer libro "Anoche me bebí unos Ballentines y maté a mi mujer" fue uno de los mayores éxitos de robo en toda la costa este de Estados Unidos, pero no contento con el éxito recibido, decidió patentar su particular método de autógrafo: un escupitajo en la primera página del libro. Su segundo libro, "Yo me raspo la garganta con la escobilla de un lavabo de gasolinera" gozó de menos éxito comercial, puesto que decidió romper el contrato con la editorial y entregar la distribución a un yankee con camisa de tirantes que habitaba una carvana en el desierto de Arizona.

Aún hoy en día, después de haber publicado doscientos setenta y ocho libros y dos colaboraciones, en ocasiones Wolf Klavinsky aparca su Lamborgini, deja su chalet diseñado por Frank Lloyd Wright y empieza a abordar trenes de mercancía y a tocar la harmónica con mendigos negros blueseros.

Wolf declara que el tono malditísimo y duro de sus poemas lo ha conseguido a partir de "desayunar tumores malignos todas las mañanas" y "fumarme el tubo de escape de los coches".



Aquí les dejamos uno de sus poemas ejemplares, de fuerte contenido social y autobiográfico.



NO TENGO MÁS REMEDIO

No tengo más remedio
que ser un hijo de puta.

Ya véis,
he de desayunar sopa de pimienta,
llevo los pantalones sostenidos
por un clip que robé de la oficina
del curro del que me echaron.
El médico me dice que la deje,
que deje ya la vida,
y luego se ríe con su enfermera
y me pronostica cáncer
y me receta cianuro.

Cómo no voy a ser
un hijo de puta.

Y los capullos como tú, lector,
que me ven pasar por la calle
y no me miran,
o me condenan
con su mirada.

A los capullos como tú, lector,
que podríais ser yo
llegado un día.

Tal vez sea yo, entonces,
el que mee en vuestra tumba.




Marcos Carzal

Orquídea atávica

Contemplándote orquídea,
oh máquina telúrica de estética ecléctica,
atávico cántico tuyo, ópera pleistocénica.
¿Qué sórdida pócima escondiéndose,
qué atávica pérfida pirámide
vas formándome en el cráneo? Oh filarmónica
matemática, música céltica,
húmeda y pretérita tu fécula.

Orquídea,
qué ósculos niegas, pájaros
retóricos en tu linfática
atávica brújula de código caótico,
lágrima de máscara
en cárceles soviéticas.

Repítemelo, cuéntamelo trágicamente,
místico espíritu tragándose
al héroe del océano,
revélame sonámbula
el éxtasis de los ídolos,
el tónico atávico,
la túnica histórica
del angélico, clásico filósofo.

El éspejo révela el páisaje.
Mis zápatos deámbulan por el cámino.

Atávico.

jueves, 15 de enero de 2009

Poemigas a raíz de los últimos titulares

EL SUDOR DE SU FRENTE

Magullado y solo,
Adán en el desierto del exilio
lanzaba piedras al muro del paraíso


HISTORIA DE ISAAC

La historia miente.
Dios
se ha marchado lejos.
Abraham ha matado a su hijo.


LOT

Yo las vi,
poblaban el desierto entero.
Estatuas de sal sin memoria.


EL DILUVIO

Llovió.
Llovió mucho.
Llovió largamente.
Se inundaron de lágrimas
los valles, los ríos.
La sal envenenó los mares.

Nosotros somos sólo
los restos del naufragio.


PLAGIANDO A AUTE

Todas las batallas terminan igual.
Al final
David se goliatiza.


CALVICIE BÍBLICA

La ciencia genética
lo ha demostrado.
Sansón hubiera muerto de alopecia.

Poetas de hoy: Wolf Barren

Wolf Klavinsky Barren, nacido en Pomona, California, 1949, es uno de los poetas más controvertidos del panorama norteamericano. Hereditario de la poesía de la generación beatnick, Wolf se declara a si mismo "el poeta más maldito de todas las generaciones de poetas malditos". Tan convencido está, que incluso ha decidido colgarse un cartel del cuello donde figura su título.

Su primer libro "Anoche me bebí unos Ballentines y maté a mi mujer" fue uno de los mayores éxitos de robo en toda la costa este de Estados Unidos, pero no contento con el éxito recibido, decidió patentar su particular método de autógrafo: un escupitajo en la primera página del libro. Su segundo libro, "Yo me raspo la garganta con la escobilla de un lavabo de gasolinera" gozó de menos éxito comercial, puesto que decidió romper el contrato con la editorial y entregar la distribución a un yankee con camisa de tirantes que habitaba una carvana en el desierto de Arizona.

Aún hoy en día, después de haber publicado doscientos setenta y ocho libros y dos colaboraciones, en ocasiones Wolf Klavinsky aparca su Lamborgini, deja su chalet diseñado por Frank Lloyd Wright y empieza a abordar trenes de mercancía y a tocar la armónica con mendigos negros blueseros.

Wolf declara que el tono malditísimo y duro de sus poemas lo ha conseguido a partir de "desayunar tumores malignos todas las mañanas" y "fumarme el tubo de escape de los coches".

Aquí les dejamos uno de sus poemas ejemplares, de fuerte contenido social y autobiográfico.


NO TENGO MÁS REMEDIO


No tengo más remedio

que ser un hijo de puta.

Ya véis,

he de desayunar sopa de pimienta,

llevo los pantalones sostenidos

por un clip que robé de la oficina

del curro del que me echaron.


El médico me dice que la deje,

que deje ya la vida,

y luego se ríe con su enfermera

y me pronostica cáncer

y me receta cianuro.


Cómo no voy a ser

un hijo de puta.


Y los capullos como tú, lector,

que me ven pasar por la calle

y no me miran,

o me condenan

con su mirada.

A los capullos como tú, lector,

que podríais ser yo

llegado un día.


Tal vez sea yo, entonces,

el que mee en vuestra tumba.

Por qué soy un gran poeta

POR QUÉ SOY UN GRAN POETA

Todos se rieron de mí
cuando les dije que viviría de poesía.
Es el inicio perfecto
para un cuento de cursi moraleja.

Veamos,
empecé con vestirme a la usanza.
Crisálidas colgando en mis solapas,
en torno a mi nacían mariposas.
Yo las espantaba con tabaco.
Un disfraz así
es capaz de engañar a cualquiera.

Al final, me hice poeta
...un poco
Encontraba algún bar en que abandonarme,
o tal vez un jardín con flores,
según fluctuase la demanda.
Noté que la decadencia era perfecta
para la temporada de otoño,
y un poco
de amor familiar y de suicidio
en Navidades.

Todo consistía en pensar
según la economía de mercado.

Miradme ahora en Xanadú,
como Kubla Khan contemplo
los jardines de mi imperio literario.
Incluso de las rosas blancas,
en tinta negra,
brotan poemas como galaxias.

Tengo el Edén a mis pies,
me baño en lágrimas de unicornio.
"Y todo es cuestión de saber venderse,
y de saber a quién"
- comentaba con The Queen
en la mesa de té de las cinco.

Tengo el Edén a mis pies,
y pensar
que ni siquiera mi abuela me quiso.