miércoles, 4 de marzo de 2009

Es una vieja historia,
ya sabida.
El alba se despliega con una luz
que no significa casi nada.
El tiempo pesa sobre ella,
el tiempo pesa demasiado.

Y cada día el nuevo día
es como un ave de rapiña
que no nos atrevemos a coger.

El tiempo se escapa de las manos
con una facilidad inadmisible,
y sus garras se ensañan con nosotros,
.y destrozan nuestros dedos por huir
a un vacío gris,
a los palacios de un país desconocido,
a los jardines de un edén inexistente.