sábado, 2 de junio de 2012

TITANIC

TITANIC

Cuando el barco empezó a sumergirse
el pánico invadió los camarotes.
Pocos se salvarían esa noche,
la orquesta se quedó tocando, 
el capitán besó el timón
de despedida,
los pobres no cabían en los botes,
dentro del gran salón los caballeros
esperaban a la muerte bien vestidos.

El poeta tampoco viviría,
por eso tras perder toda esperanza
se alzó hacia la cubierta con orgullo,
el pecho contra el viento
el agua en los tobillos,
a escribir la metáfora perfecta,
aquel último verso luminoso,
la gran obra maestra
que a su pesar tenía que ser corta,
poco leída,
quizá infravalorada.
Pero perfecta.

La muerte dijo estar muy complacida,
su figura quedó de maravilla
en aquella canción desesperada.
Nadie más la escuchó,
el agua tragó su cuerpo, borró su nombre,
su tumba fue sellada por el hielo
en el fondo de un mar en prosa,
oscuro e impiadoso,
cruel y mudo.

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